Una tarea de universidad me acercó a una historia
inspiradora; una entrevista que sin saberlo dejaría una marca en mí como
periodista, como persona y como ciclista.
Me correspondió contactar a un hombre muy ocupado,
interrumpí varias reuniones de su trabajo, sumados a la perturbación de la
tranquilidad en su casa –para lograr encontrarlo- ¡pero valió la pena!
Entre las precisas y el estrés, detrás del teléfono se
percibía a un hombre serio y de pocas palabras, un tanto reservado y hasta un
poco apresurado, pero con un positivismo ilimitado.
A Dax Jaikel un accidente le dejó por inseparable
compañía una prótesis, que desde hace cuatro años, es cómplice de grandes
esfuerzos y que se ha convertido en testigo fiel, de sus luchas en las competencias de ciclismo de montaña y
carretera.
Dax, es una persona que te contagia de un especial amor
por la vida, que te invade de positivismo y que su característica soberbia te
inyecta de ganas incontables de superarte.
Su prótesis, sus dos bicicletas y un sinfín de sentimientos
encontrados, lleva un hombre de acero en su maleta hacia Londres. Preparó sus
últimos pedaleos y está listo para enfrentarse a lo que será la presentación de
un corredor que estará en las mejores posiciones.
Y aunque es un hombre bastante discreto, se le llenan las
palabras de amor, he imagino sus ojos iluminados, cuando menciona que sin su
esposa no lo hubiera logrado.
“Nunca tuve un
sueño olímpico pero mi esposa me impulsó. ¡No quería ir! En la fecha de la competencia
cumplíamos 10 años de casados y no quería estar lejos de ella, me convenció, fui
a Canadá a la carrera y ahí logré la marca de clasificación” Dax Jaikel.
Un sueño que no tenía, ahora lo vive sin ataduras, es una
persona ambiciosa, alguien que le gusta hacer las cosas bien y exigirse al
máximo porque sabe que es capaz de alcanzar lo que quiera –y lo ha demostrado-
“Yo lo obligué, y
ahora me siento culpable” Adriana Quesada, periodista y esposa de Dax, quien
con un tono de angustia resume los esfuerzos y el sacrificio que realiza su
esposo para trabajar, entrenar, comer bien e intentar dormir, aunque lo haga
poco, describe el sentimiento como: “¡Una tensión emocionante!”
Detrás de cada hombre, hay una gran mujer –dicen por ahí-
y lo confirmamos con esta pareja…el hecho de escuchar a Dax y a Adriana hablar
con tanto amor el uno del otro… es como situarse en otra época; es tan… –hasta las lágrimas de ternura me
sacaron- y aunque hablé con ellos de
manera separada era… como tenerlos en frente a ambos.
Es un sentimiento indescriptible, envuelto en una capa de
cuenta de hadas, cortados tan a la mitad, y unidos por un amor que ha superado
situaciones difíciles –como el accidente-
pero que sigue ahí, un amor que rompe las distancias (cuando Dax corre
lejos), un amor por un deporte que unió a esta pareja a vivir un sueño
Olímpico.
Un amor que ha llevado a Adriana a acompañar a su esposo
a Londrés. y se encuentra con él en este
momento, contando las horas para que Dax dispute su primera carrera la
contra-reloj individual mañana a las 3:50 a.m
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